Basta de contaminación acústica

Nuestro oído solo resiste 75 decibeles como máximo. Sin embargo, nos vemos expuestos a mayores niveles de ruido, lo que trae diferentes consecuencias:

  • 150 decibeles: recital
  • 140 decibeles: un petardo que estalla al lado nuestro
  • 120 decibeles: ipod/mp3
  • 90/100 decibeles: subterráneo
  • 80 decibeles: bocina del auto

El ruido puede intervenir en trastornos del sueño y del aprendizaje, la memoria, la motivación, la resolución de problemas y en el incremento de la irritabilidad y la agresividad.

“Incluso cuando la persona consigue afrontar con éxito su respuesta frente a la exposición al ruido (adaptándose, vivenciándolo de forma menos negativa o generando respuestas, como protegerse activamente, luchar contra sus causas, etc.) ésta puede conllevar unos efectos secundarios que generan consecuencias negativas en la salud, interfiriendo con el bienestar del individuo”, destaca Mónica Matti, fonoaudióloga y gerente de formación de GAES Centros Auditivos.

Otros efectos nocivos que trae aparejada la contaminación sonora son: pérdida de capacidad auditiva, acufenos, interferencia en la comunicación, disminución del rendimiento laboral, incremento de la posibilidad de accidentes laborales y cambios en el comportamiento social.