¿Qué es el Mindful Eating?

¿Al estar todo el día en casa y cerca de la cocina comés más? ¿Te sentís más ansioso y buscás tranquilidad en la comida? ¿Estás trabajando en la computadora mientras comés? ¿O de repente el horario de desayuno, almuerzo, merienda y cena pasó a ser bajo presión frente a la pantalla?
El Mindful Eating se basa en prestar atención plena a la alimentación y a las señales que brinda el cuerpo. Esta práctica ayuda a tomar consciencia de todos los patrones alimentarios: cómo como, dónde, cuándo, cuánto; permite regular las emociones y conectarte con lo que sentís y con los alimentos que consumís. En simples palabras, es comenzar a estar más consciente de lo que comés y por qué lo hacés ¿Es hambre real o emocional? Y acá está el desafío.
Claramente ponerte a hacer dieta en tiempos de coronavirus no funcionaría. Dietar se asocia con restricción y esto aumenta el deseo de comer. Ojo que también es mucho más factible que los alimentos ultraprocesados, por sus características, te generen mayor deseo de seguir comiéndolos. La clave está en disminuir su consumo y sumar alimentos reales nutritivos y que aporten saciedad.
No hay que castigarse por sentirse más ansioso o con miedo, focalizá tu atención en tener una mirada amorosa con tu organismo, que hoy más que nunca te está permitiendo dar batalla a este virus. Apuntá tu mirada a tu interior, a sentirte fuerte, a revalorizar todo el esfuerzo que estás poniendo para adaptarte a esta situación distinta y no en ideales de belleza, ni en esas rutinas que parecen ser mágicas y revitalizadoras en sólo unos días.

Consejos útiles
Estas sugerencias te ayudarán a poner en marcha esta práctica y controlar la ansiedad mientras dure el aislamiento:
– Fijar horarios para las comidas, recordando que también es importante ser flexible en algunos momentos. Quizás haya días que podés dormir un rato más, y eso te ayudará a estar más descansado y luego tratar de seguir los horarios propuestos.
– Cortar los alimentos en pequeñas partes.
– Saborear cada una de sus partes y disfrutar ese alimento.
– Comer despacio. Hacer pausas, volver a escuchar el cuerpo.
– Cuando sientas hambre o tengas impulso a comer, llevá la atención al cuerpo, al estómago, explorá las sensaciones físicas del organismo. Llevá la consciencia de la mente al cuerpo. Identificá la sensación y preguntate: ¿es hambre real? ¿cuánto hambre tengo del uno al 10? Si llegás a la conclusión de que no es hambre real, intentá llevar la atención a la respiración: inhalá y exhalá. Esto calmará esa urgencia, que por algún momento, creías que era hambre.
– Comer por hambre real.

Por la Lic. Luisina Pelaez (MN 8219-MP 3448), nutricionista, y la Dra. Virginia Ortega (MN 137483 MP 231102), médica nutricionista del staff de CRENYF